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sábado, 2 de mayo de 2020

Programa 2 de Mayo 2020: Homilía del 14 de Agosto de 1977


EL MENSAJE DEL PROFETA

VIGÉSIMO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


14 de Agosto de 1977

Jeremías 38, 4-6.8-10
Hebreos 12, 1-4
Lucas 12, 49-53

…participarles las preocupaciones, alegrías y esperanzas de la diócesis y compartiendo también los problemas de todos ustedes, iluminará sobre toda esta realidad de nuestra historia, la palabra de Dios, el verdadero camino que hemos de seguir.

Mañana es el gran día de la Asunción en cuerpo y alma de María a los cielos. Esta marcha triunfante de María después de una vida entregada a Dios es todo un mensaje. Procuremos, si tenemos tiempo, asistir a la santa misa, o por lo menos en nuestros hogares reflexionar en esa madre nuestra, que al escalar los cielos, se constituye en reina del universo; sin embargo, siempre tiene sus ojos bien encarnados en esta tierra, le preocupa nuestra vida y por tanto, pues es un motivo de gran confianza y de esperanza: María coronada en el cielo, como premio de sus virtudes.

A las 11 de la mañana tendremos aquí una misa en la cual va ser ordenado de diácono un joven que ha terminado ya sus estudios teológicos, Jorge Benavides. Queremos, con este motivo de la fiesta de la Asunción, felicitar a los católicos de la parroquia de Mejicanos que la celebran por patrona y a la congregación de las religiosas de la Asunción, que también sienten su fiesta principal el 15 de agosto.

Quiero comunicarles también, para encomendar a sus oraciones, que martes, miércoles y jueves de esta próxima semana los sacerdotes y las religiosas dedicadas a los trabajos directos de la pastoral en los pueblos, nos vamos a reunir para estudiar un documento que yo quisiera que todos lo conocieran, escrito por el Papa Paulo VI. Se llama, según los documentos eclesiásticos, toman su nombre de las dos primeras palabras latinas, la lengua oficial de la Iglesia. Escribe estos documentos en latín, luego se traducen a todos los idiomas; pero el nombre de ese documento sigue llamándose según sus dos palabras primeras. Este se llama Evangelii Nuntiandi y trata de la evangelización del mundo actual. Es una recopilación que el Papa hizo de una gran consulta hecha en 1974 a todos los episcopados del mundo, preocupada la Iglesia de llevar su eterno mensaje al hombre de hoy, tan complicado, tan difícil. Y nosotros pues recogiendo esas pautas tan sabias del episcopado del mundo y sobre todo del maestro supremo de la Iglesia, el Papa, vamos a profundizar para que nuestra evangelización en la arquidiócesis corresponda a toda esa serie de iniciativas maravillosas. Esperamos pues, que todos lo sacerdotes y religiosas dedicadas a la pastoral directa vamos a unificar nuestros criterios, a exponer nuestras dificultades y para que no se sientan en la diócesis como dos Iglesias. Así da la impresión a veces de ciertas personas que critican las actitudes, los criterios del Arzobispo y de los sacerdotes que están con él, como si ellos formaran otra Iglesia, capaz de criticar a la Iglesia jerárquica. No es tiempo de estas desuniones. Es tiempo de dialogar, y aquí están estos tres días para que dialoguemos a fondo. En aquellas cosas en que no están de acuerdo, veamos si estamos equivocados. No se trata de imponer ningún capricho, sino de realizar nuestra gran tarea evangelizadora con unos criterios que, aunque no le gusten al mundo, le gustan a Dios y a las almas que quieren ser fieles al plan de Dios.

Quiero anunciarles también con alegría que en esta próxima semana, si Dios quiere, voy a tener ya editada la pastoral que les anuncié el 6 de agosto y que trata de la Iglesia como cuerpo de Cristo en la historia, es decir que la Iglesia de cada tiempo no hace más que hacer lo que haría Cristo en este tiempo; si Cristo fuera salvadoreño en 1977, ¿qué haría? Esa es la pregunta de la Iglesia, y eso hace la Iglesia.

También quiero transmitir la inquietud de varias comunidades cristianas, que están denunciando y demostrando su solidaridad con la catequista Filomena Portillo Puerta, joven de 21 años, que fue capturada el 30 de julio en Ciudad Delgado y apareció muerta allá por Tejutla en Chalatenango. ¿Qué pasa? ¿Están mejorando las cosas o siguen lo mismo? Porque también un catequista del Padre Salvador Colorado, en Ciudad Delgado, fue capturado y torturado, y amenazado de muerte junto con el Padre Colorado, el cual ha tenido, pues, una crisis nerviosa que está tratando de curar. Esta es persecución también.

Se piden noticias de encarcelados, de desaparecidos; y la Iglesia, que no puede menos que mostrarse solidaria con los derechos humanos, con los sufrimientos de los hogares que ven desaparecer su gente, no puede tener confianza mientras no se hable con hechos un ambiente mayor de confianza. También les anuncio la publicación, ya está en circulación, de los documentos de Medellín, que es un esfuerzo de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas para poner al alcance de nuestro pueblo esos documentos que ningún católico de hoy debe desconocer. Es una lástima que muchos están conociendo esos documentos a través de anteojos falsos; vidrios que distorsionan son esas publicaciones tendenciosas, dispuestas a que el mundo crea que la Iglesia es marxista, y muchos no conocen los documentos de Medellín, más que a través de esas columnas venenosas.

Por favor, yo creo que ya contamos con católicos maduros en su criterio y no porque están impresos en periódicos o porque se ven en televisión o en radio, se cree que son dogmas de fe. Vayan a las fuentes. Usen su sentido crítico de las cosas. Cuando lean en un periódico, aunque sea en páginas editoriales, tienen ustedes su criterio para decir: eso es mentira; eso ya se ve que tiene sus tendencias. Así es como se va mostrando la madurez de juicio del hombre que lee y va al cine. Ninguna película sería mala si el que va al cine tiene criterio propio y sabe condenar la inmoralidad, todo lo que es censurable. No necesita que le digan: permitido para tal edad. Su criterio es la edad principal. Y así, pues, se trata de que estos documentos de Medellín, hay que conocerlos en su propia fuente. Ya están a la mano esas fuentes. Yo supliqué que trajeran a la Catedral hoy. Supongo que al final de la misa estarán disponibles; y si no, pues, búsquenlos en las librerías católicas, en las oficinas del Arzobispado.

Y otros hechos de violencia, hermanos, que han sucedido en estos días, la Iglesia no puede aceptar la violencia de ninguna forma, tanto esos crímenes y esas capturas y esas torturas son hechos de violencias como también una bomba que estalla en San Salvador, como también el secuestro del Dr. Carlos Emilio Alvarez. Ninguna de esas de cosas pueden ser aprobadas por la Iglesia. La violencia es inhumana. No construye. Destruye, destruye sobre todo las esperanzas de mejorar. Yo suplico pues con toda la autoridad que la Iglesia me da, ante mi querido pueblo, que pensemos con Dios, el Dios de paz, el Dios que nos ama, el Dios que a los mismos pecadores perdona si ellos se arrepienten.

Una de las cartas más bonitas que llegan en esta semana es aquella que dice: "Lo que más me admira de la Iglesia de estos días es que, a pesar de haber sufrido tantos atropellos y hasta asesinatos, nunca se le ha oído una palabra de odio ni de venganza, sino siempre una palabra de amor y de conversión". ¡Qué bien captan las almas humildes las intenciones de la Iglesia! Y yo me alegro de que así se sienta, mientras que otros siguen tercos en acusar a la Iglesia de violenta y que es causa de los males. Los que escuchan sin perjuicios, sin intereses egoístas, escuchan el verdadero lenguaje de la Iglesia: No a la violencia; un llamamiento a la conversión de los pecadores, como dije aquí el día de las exequias del Padre Grande, "¿Quién sabe si los asesinos de esta víctima me están escuchando por radio? Sepan que no los odiamos, que pedimos a Dios que se arrepientan" y vengan con nosotros un día a recibir el pan que Dios da con un beso de amor, aun a los pecadores, aun a los asesinos. Qué alegría sentiría la Iglesia el día en que todos los que han escrito o pagado escritos o usado armas, a humillar pueblos, o torturando gente con un sentido tan brutal de la vida, se convirtieran, vieran que eso no puede ser y volvieran arrepentidos a pedirle perdón a Dios, que todavía los está esperando. Desde luego que Dios les da vida a los pecadores; es porque está esperando. Ojalá, queridos amigos que me están escuchando (tal vez humillados de lo que han hecho, porque la violencia nunca es un orgullo, y el que golpea a otro hombre siempre siente la vergüenza; él está más humillado que el mismo golpeado) sientan de veras que eso es vergonzoso, sobre todo en un país que se llama civilizado y que si de veras le queremos dar un rostro bello a nuestra patria, lavémosla en la conciencia íntima sobre todo de los que son culpables, causantes, patrocinadores, tolerantes, alcahuetes, de esta situación que no puede seguir.






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