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domingo, 24 de mayo de 2020

Programa 24 de Mayo 2020: Homilía del 7 de mayo de 1978


LA HORA DE LA GLORIFICACIÓN


ASCENSIÓN DEL SEÑOR


7 de mayo de 1978

Hechos 1, 1-11
Efesios 1, 17-23
Mateo 28, 16-20
El año litúrgico, que vamos siguiendo domingo a domingo, está hoy en la semana culminante. La Ascensión de Cristo celebramos este domingo, y el próximo domingo, la venida del Espíritu Santo. La obra de Cristo que anunció antes de Navidad el gran misterio del Dios que se hizo hombre que nos conmovió durante esos días felices de la Navidad y de la Epifanía, el misterio de un Hombre-Dios que muere en una cruz y resucita por nosotros; fue preparado durante toda una Cuaresma y desde la Pascua, Sábado Santo en la noche, hasta hoy, Ascensión y Pentecostés, cincuenta días de plenitud, de júbilo, de esperanza, llega a coronarse la obra de Cristo. Y éste es el sentido de la fiesta de hoy.

Asistamos pues, a nuestra liturgia dominical con espíritu nuevo a alentar en esta fuente de santidad, de regocijo, de alegrías profundas, nuestro caminar en la historia. Por eso, este cuidado que debe tener el predicador de la homilía de ir iluminando con ese misterio de Cristo, que siendo el mismo porque es eterno, las realidades concretas de la historia. Es un deber, difícil muchas veces, porque esa luz de la redención que ilumina nuestro paso en la tierra muchas veces tiene que iluminar cosas muy desagradables. Pero tiene que hacerlo, sino, no fuera del Evangelio la luz del mundo, la lámpara de nuestro paso.





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