EL DIVINO SALVADOR DEL MUNDO
DECIMONOVENO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
7 de Agosto de 1977
Sabiduría 18, 6-9Hebreos 11, 1-2.8-9
Lucas 12, 32-48
En esta semana, la Iglesia de la Arquidiócesis ha vivido su gran apoteosis patronal. Yo quiero felicitar al pueblo por su fervor, por su entusiasmo para con su divino patrono, y agradecer de manera especial a todas las personas, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, que contribuyeron de una u otra forma a esta esplendorosa festividad del Divino Salvador.
También, esta semana nos deja un saldo de luto, el jueves dimos sepultura en Cojutepeque, a un sacerdote venerable de nuestro presbiterio, al Padre Manuel Guardado, de 79 años de edad. Una vida oculta como la violeta, pero como la violeta llena de una hermosura muy espiritual. Un hombre muy inteligente; era doctor y pasaba su vida estudiando. Un ejemplo de una ancianidad que está al día en el pensamiento de la Iglesia. Entre los testimonios de su entierro, me gustó mucho escuchar al párroco de Cojutepeque, el Padre Ayala, decir que a pesar de la diferencia de edad, el Padre Guardado era para él una guía, y con él comentaban. El vivió intensamente esta renovación de la Iglesia en el Concilio Vaticano II y en Medellín y en vez de escandalizarse, como muchos más jóvenes que él, sabía que la Iglesia no se puede equivocar. Amaba a su Iglesia, y por eso la siguió hasta el final de su vida; y a pesar de sus ochenta años, el Padre Guardado era un hombre al día con el pensamiento de la Iglesia. Cómo quisiéramos que ese espíritu de un anciano se trasladara a toda la comunidad y a todas las edades, para ponerse al día con el pensamiento de la Iglesia. Que ésta es precisamente la lástima más grande de nuestro tiempo, el no querer comprender a esta Iglesia.
Y a pesar de todas las cosas de esta semana, y mejor dicho, valiéndose de la historia concreta de nuestra Patria, de nuestras familias, de nuestras diócesis, Dios está operando su salvación. Ayer les anunciaba que va a salir publicada una pastoral. Una carta pastoral es el magisterio con que los obispos presentamos las orientaciones a la diócesis, y en esta pastoral queremos precisamente, orientar a muchas mentes confusas, los que por buena voluntad se sorprende de estos cambios actuales de la Iglesia, como que tambalea su fe, y dudan. Y les queremos decir allí que no hay razón para dudar. Los que con mala voluntad persiguen a la Iglesia, esos son pecadores contra el Espíritu Santo, y eso, sí, no es una gracia muy especial de Dios. Es lástima, costará convertirlos.
La pastoral va dirigida, pues, al pueblo bueno, al pueblo de buena voluntad o a aquellos que dudan con buena voluntad, buscando la luz y la verdad. Y no perdemos la esperanza tampoco de que también los de mala voluntad, los que la persiguen y calumnian, los que, como dice la Sagrada Escritura, han pervertido su corazón por servir más a las criaturas que el Creador pidamos, hermanos, para que todos nos convirtamos de verdad al Señor. Y en esa pastoral está el pensamiento que hoy se ilumina maravillosamente con la palabra de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario