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jueves, 30 de abril de 2020

Programa 30 de Abril 2020: Homilía del 6 de Agosto de 1977


LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO EN LA HISTORIA

FIESTA DEL DIVINO SALVADOR DEL MUNDO


6 de Agosto de 1977

Daniel 7, 9-10. 13-14
2 Pedro 1, 16-19
Lucas 9, 28b-36

Querido hermano, Monseñor Rivera Damas, queridos hermanos presbíteros queridos fieles, salvadoreños que llenan esta plaza junto a la fachada del alma madre de la Arquidiócesis o que, a través de la radio, siguen con interés este homenaje de la patria al divino patrono.

Para tener una idea de lo que fue ese episodio que se acaba de proclamar, la transfiguración de Cristo, que lo presenta luminoso y blanco ante la humanidad, bello y atrayente hasta arrancar de la ambición de Pedro una permanencia definitiva junto a él: "¡Que bueno es estar aquí!" -para tener una idea- basta mirar este pueblo. Y yo os diría, queridos católicos, que todos nosotros, la Iglesia, somos aquí la transfiguración de Cristo: un pueblo que se ilumina por la fe, que lo alienta una gran esperanza, que lo conglutina un gran amor. Somos de verdad la gloria del Señor, máxime cuando tomamos conciencia de que ese nombre glorioso de nuestra patria es un regalo de predilección del Señor. Tratamos de honrarlo, de recibirlo con cariño y de tributarle este hermoso homenaje de la mañana del 6 de agosto, todos los años. Y no es una fantasía poética decir que este pueblo es la transfiguración de Cristo; es la realidad teológica, evangélica del sublime ideal de Cristo al hacer su Iglesia.



miércoles, 29 de abril de 2020

Programa 29 de Abril 2020: Homilía del 31 de Julio de 1977


SENTIR CON LA IGLESIA


DECIMOCTAVO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


31 de Julio de 1977

Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
Colosenses 3, 1-5. 9-11
Lucas 12, 13-21

Muy Queridos radio-oyentes:

Este domingo que, según el lenguaje litúrgico, se llama domingo 18º del Tiempo Ordinario, no he tenido la dicha de celebrar con ustedes la eucaristía, porque, como ya les avisé, he tenido que partir a Costa Rica para celebrar allá una reunión de carácter episcopal con representaciones de los episcopados de Centro América, México y el Caribe. Pero, gracias a la técnica, puedo dejar mi voz grabada en una cinta magnetofónica, para estar con ustedes siquiera en estos momentos de reflexión sobre la Palabra de Dios que se lee precisamente este domingo.

Voy a ofrecerles pues, en primer lugar, las lecturas que hoy ofrece la Iglesia a nuestra consideración, y después, haremos juntos nuestra reflexión como una comunidad, como una diócesis que se alimenta de la Palabra de Dios.

La primera lectura está tomada del Libro de Eclesiastés, en el capítulo primero:

"Vaciedad sin sentido dice el predicador. Vaciedad sin sentido, todo es vaciedad. Hay quien trabaja con destreza, con habilidad y acierto, y tiene que legarle su porción al que no la ha trabajado. También esto es vaciedad y gran desgracia. ¿Qué saca el hombre de todo su trabajo y de los afanes con que trabaja bajo el sol? De día, dolores, penas y fatigas; de noche no descansa el corazón. También esto es vaciedad.

Palabra de Dios.

Te alabamos Señor.


martes, 28 de abril de 2020

Programa 28 de Abril 2020: Homilía del 24 de Julio de 1977


IGLESIA DE LA ARQUIDIÓCESIS

DECIMOSÉPTIMO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


24 de Julio de 1977

Génesis 18, 20-32
Colosenses 2, 12-14
Lucas 11, 1-13

Esta misa, transmitida por radio, desde la Catedral y celebrada por aquél servidor del pueblo de Dios que tiene el encargo de ser el signo de la unidad en toda la Arquidiócesis, siempre me parece que resulta como una reunión de familia. Yo quisiera que así nos sintiéramos en este momento de reflexión: una familia, que no tiene prisa que un fin de semana llega al hogar para ver cómo andan las cosas de familia, para ayudar, para colaborar. Comprendo que al mismo tiempo que se reúne la familia, si esta familia es muy importante tiene muchos enemigos, que la observan para criticarla, o quién sabe, lo que más le pido al Señor, para convertirse. Qué diéramos porque todos esos observadores que desde su radio nos están escuchando, no nos oyeran con el afán de los fariseos, para ver en qué lo cogemos, sino con el cariño de la familia, para ayudarlo, para el engrandecimiento de ese Reino de Dios, que nada malo puede traer a la patria. Al contrario, cuanto más cristiano es un hombre, es mejor ciudadano. Entonces, en este ambiente de familia, hermanos, yo quiero que compartamos las alegrías, las esperanzas, también las angustias y problemas que deben ser comunes a todos. Cada uno tiene sus propios problemas; y dichoso el hombre que tiene problemas, porque aquel que dice que no tiene problemas es tan pobre que no se da cuenta ni siquiera que vive, porque todo el que vive tiene problemas.

Pero respecto a esos problemas íntimos de cada familia, los que ustedes y yo hemos traído como cosas personales para encomendárseles al Señor, en general las encomendamos; son nuestras, nada humano es ajeno a su corazón, dice el Concilio, hablando de la Iglesia. La Iglesia es tan humana que siente como suyos esos problemas, del dolor de estómago de su niño en la casa, de la deuda que no puede pagar, del empleo que no puede conseguir, todo eso nos toca de lleno; lo sensible, la angustia de los que sufren injustamente son problemas.


lunes, 27 de abril de 2020

Programa 27 de Abril 2020: Homilía del 17 de Julio de 1977



LA ORACIÓN


DECIMOSEXTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


17 de Julio de 1977

Génesis 18, 1-10
Colosenses 1, 24-28
Lucas 10, 38-42
Estimados radioyentes, quiero comenzar hoy con un agradecimiento muy profundo a los obispos de Panamá que han publicado un comunicado de la Conferencia Episcopal, y se refieren expresamente a nuestra situación en El Salvador. Ellos denuncian un parte de guerra (Nº 6 de la Unión Guerrera Blanca), y dicen: "... su tono y su contenido causan horror y, ciertamente, merecen el más fuerte repudio de todo ser que se considere humano y, más aún, cristiano". Según esta declaración, este grupo quienes sean, pretenden tomar la ley en sus manos y terminan por pisotearla. Esto es más que un acto aislado de terrorismo, pues perturba todo el orden jurídico (gobierno representativo y constitucional), e irrespeta los derechos humanos. Ninguna acusación contra el prójimo puede justificar esta actitud, ni en el plano individual ni menos en el plano colectivo y social.

El arzobispo de Panamá, puso este documento en manos del embajador de El Salvador con el encargo de hacerlo llegar a nuestro presidente, y por eso el mensaje se dirige a él: "Nuestras voces quieren llegar a las autoridades superiores del gobierno salvadoreño, para que se aplique toda la fuerza de la ley a los autores de semejante declaración, que es en sí una amenaza contra la ley misma. Hemos esperado, durante estos primeros días del nuevo gobierno de El Salvador, una toma de posición definida frente a toda esta situación. Pensamos que así lo exige, no sólo la ciudadanía de esa hermana nación, sino todos nosotros, solidarios suyos, como istmeños y como cristianos".




domingo, 26 de abril de 2020

Programa 26 de Abril 2020: Homilía del 9 de abril de 1978


EL MISTERIO PASCUAL


TERCER DOMINGO DE PASCUA



9 de abril de 1978

Hechos 2, 14. 22-28
I Pedro 7, 17-21
Lucas 24, 13-35

No es una paralela que va con el año civil, sino que diríamos, es como la hebra de oro que va engarzando nuestra historia concreta, nuestro año 1978. Por eso quisiera que tuviéramos muy presente el sentido, la mística, el mensaje que la Iglesia va dando domingo a domingo y que al escuchar a través de mi pobre palabra este mensaje divino, no se tenga en cuenta como decimos en la misa: "no te fijes en mis pecados sino en la fe de tu Iglesia". Deficiencias humanas puede haber, pero lo que interesa es que a pesar de las deficiencias humanas el mensaje está iluminando esta realidad; y si no ilumina nuestra realidad será una paralela que no se encuentra nunca con la vida. De allí que la homilía- y así se llama aunque se quieran reír de la palabra- ya es una palabra consagrada para explicar que el celebrante de la Misa tiene que aplicar las lecturas que se han hecho a la situación concreta de la asamblea que se reúne para decirles: esto no es consideración histórica, esto es realidad de nosotros hoy; esta palabra que se ha leído, aunque fue escrita hace muchos siglos, es palabra de un Dios eterno hablándole hoy aquí a sus salvadoreños reunidos en la Catedral o aglomerados en torno de un aparato de radio para reflexionar.
El Año Litúrgico se encuentra hoy como cuando el sol se encuentra al medio ida, en su cenit. El tiempo pascual son siete semanas, los cincuenta días desde la resurrección de Cristo hasta Pentecostés, que quiere decir plenitud. Es la luz de la redención en su momento culminante, es el misterio pascual, es la luz del resucitado que no ha muerto, que vive en su Iglesia y que le está hablando a los que lo siguen hoy en 1978.
Hoy terminan los tres primeros domingos del tiempo pascual en que la Iglesia como esposa embelesada en el recuerdo de su hermoso resucitado, recuerda pasajes históricos de esa revelación, de esa resurrección. Hoy se ha leído el pintoresco relato de Emaús que ustedes cantan en una canción de comunión: "Por la calzada de Emáus, un peregrino iba conmigo; no le conocí al caminar pero cuando partió el pan lo conocí; es El, que va conmigo". Desde el domingo siguiente, cuatro domingos todavía del tiempo pascual, van a tomar enfoques sintéticos como resúmenes del Cristo que vive.

EL DOMINGO DE LAS VOCACIONES




sábado, 25 de abril de 2020

Programa 25 de Abril 2020: Homilía del 16 de Julio de 1977


LA VIRGEN DEL CARMEN

16 de Julio de 1977

Santa Tecla
Zacarías 2, 14-17
Lucas 2, 15b-19

... a la Iglesia del Carmen de Santa Tecla, el 16 de julio, es una gracia de Dios; porque este lugar, así como tantos carmelos populares de nuestra república, nos los obsequia Dios para que nosotros, los pastores del pueblo salvadoreño, encontremos un apoyo directo, una confirmación de nuestro trabajo, de nuestra predicación, que es bendecida nada menos que por las manos bondadosas de la Virgen María. No hay predicadora más atrayente que la Virgen del Carmen en medio de nuestro pueblo; porque así como vemos aquí la Iglesia del Carmen de Santa Tecla repleta de fieles, estoy imaginando yo también las parroquias, los pueblos, donde este día los sacerdotes son incapaces de colmar el ansia espiritual de las almas que buscan a Dios. Es como decía el Papa Pablo VI, hablando a los encargados de los santuarios marianos, que estos lugares hacen visible el poder invisible que conduce a esta Iglesia de Dios. Y en esta hora, en que la Iglesia salvadoreña se renueva, precisamente por la persecución, qué dulce es encontrarse con las miradas de la Virgen, miradas aprobatorias, miradas de consuelo, miradas de ánimo. He aquí, pues, que nuestra presencia en este santuario carmelitano debe despertar en nosotros lo que la Virgen quiere despertar en esta Iglesia de 1977.

Yo me imagino, hermanos, que la piedad de cada uno de los que hemos venido a honrar a la Virgen del Carmen lleva la angustia y la esperanza que llevaba aquella plegaria de Simón Stock, el superior de los carmelitas, que viendo su orden perseguida, levanta sus ojos al cielo para decirle a la Virgen que les dé una señal de protección. Y es que a través de Simón Stock y del escapulario nosotros remontamos esta devoción hasta aquellos orígenes casi legendarios del monte Carmelo, donde la tradición recuerda que unos hombres piadosos -todavía en el Antiguo Testamento, sin que María viviera, sin que Cristo existiera, nada más que en las promesas de la Biblia- intuyeron la ternura y el poder de esa mujer tan emparentada con el Redentor prometido de la Biblia; y la amaron sin conocerla y fueron sus primeros devotos. Y de allá arranca, del monte Carmelo, el origen de esta congregación, Orden del Carmen, que floreció, pero que fue perseguida y que un día Simón Stock, viéndola así acosada, pide a la Virgen su protección. Y la tradición nos cuenta que la madre del cielo bajó con el escapulario en sus manos para decirle a Simón Stock: "Esta es la señal de protección que te traigo. Todo aquél que muera llevando este santo escapulario no verá las llamas del infierno". Y la protección de la Virgen se hizo sentir tan poderosa que aún ahora, a siglos de distancia y aún donde no hay carmelitas, está el santo escapulario, como una protección de la Virgen, llamando al pueblo y sintiendo que el pueblo es un hijo predilecto de la Virgen María.

Por eso les digo, hermanos, en esta hora de 1977, que todos conocemos como una hora de persecución a la Iglesia; con sus sacerdotes asesinados, expulsados, torturados; con tanto terror que se mete en las filas de la Iglesia que trabaja; en fin, es demás recordar estas cosas tristes, pero es para decirles que es una hora en que los carmelitas, como todo católico que sienta con la Iglesia de verdad, levanta los ojos a la Virgen y le pide una señal de protección. Y en esta iglesia, que rigen con tanto fervor los padres jesuitas, la oración de súplica, de protección, se hace concreta.

Yo quisiera que esta plegaria eucarística en honor de la Virgen del Carmen, pidiendo protección para la Iglesia en El Salvador y para la paz de la República, se concretara de manera especial pidiendo por los padres jesuitas, precisamente en esta hora, amenazados criminalmente de muerte. Nos conmueve esa serenidad de estos hombres de Dios; comprendemos ahora lo que significa esa formación del jesuita en la escuela de los Ejercicios Espirituales, donde le pide a Cristo aprobios, humillaciones, cruz, sacrificio. Y cuando los ve venir, no se espanta; los ha pedido, los ha deseado. Porque el jesuita es otro Cristo que tiene que esperar, a cambio de su bondad dada al mundo, la ingratitud.

Pero, hermanos, nosotros que sentimos que los jesuitas son una parte viviente de la Iglesia y que en esta hora de prueba a su ministerio están dando el ejemplo maravilloso de su serenidad, de su entrega a la causa de la Iglesia, aun cuando sea necesario morir como Cristo, nosotros pedimos a Dios con toda el alma, a la Virgen del Carmen, una señal de protección para estos soldados de Cristo y de su Iglesia. Y entonces la Virgen nos responde con su escapulario, la promesa de siempre, que yo quisiera interpretar en el mensaje de esta mañana: La Virgen nos ofrece una promesa de salvación. Pero, en segundo lugar, no es una salvación solamente después de la muerte. Es una salvación que nos reclama el trabajo también aquí en las cosas temporales, en la historia. Y entonces nos reclama la renovación interior, el Reino de Dios que ya comienza en esta tierra, en nuestro propio corazón.


viernes, 24 de abril de 2020

Programa 24 de Abril 2020: Homilía del 10 de Julio de 1977


LA INTERIORIDAD


DECIMOQUINTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


10 de Julio de 1977

Deuteronomio 30, 10-14
Colosenses 1, 15-20
Lucas 10, 25-37

Queridos hermanos, estimados radioyentes:

Hoy la palabra de Dios nos invita a la interioridad. Es como si Cristo nos dijera a todos los que vamos a hacer esta reflexión: "El Reino de Dios está dentro de vosotros". Vivimos muy afuera de nosotros mismos. Son pocos los hombres que de veras entran dentro de sí, y por eso hay tantos problemas, porque si de veras nos asomáramos a nuestra propia intimidad y comprendiéramos que la voz del Señor, la ley que nos santifica, no está, así como nos acaba de explicar la primera lectura, allá en las alturas del cielo; y entonces preguntaríamos: "¿Quién podrá subir hasta el cielo, y nos traerá y nos proclamará lo que Dios quiere?" O fuera una ley que estuviera al otro lado del mar, y diríamos: "¿Quién de nosotros cruzará el mar, y nos lo traerá y nos lo proclamará para que lo cumplamos?".

jueves, 23 de abril de 2020

Programa 23 de Abril 2020: Homilía del 3 de Julio de 1977


LA PAZ


DÉCIMOCUARTO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


3 de Julio de 1977

Isaías 66, 10-14a
Gálatas 6, 14-18
Lucas 10, 1-12.17-20

Queridos Hermanos, y a través de la radio, estimado pueblo que reflexiona sobre la palabra de Dios, que debe ser siempre la inspiración y fortaleza del verdadero seguidor de Jesucristo:

Un nuevo mensaje nos ofrece esa palabra divina, cada vez que nos congrega en la misa de cada domingo. No hay domingo igual. A lo largo del año litúrgico -repito y seguiré repitiendo- la Iglesia tiene un propósito: ir ahondando más en el alma del pueblo esa revelación divina que es la luz que clarifica todas las confusiones y que nos da el camino certero para conocer más el proyecto divino de Dios sobre nosotros. Dichosos los hombres que captan esa luz y la hacen motor de su vida. Tal es el mensaje de hoy, sobre un problema que responde a la angustia de nuestro tiempo: La paz.

La paz. Siete siglos antes de Cristo, anunciando el ambiente propio de la era mesiánica, el profeta Isaías escribió esa página bellísima que han escuchado hoy. Nos presenta a Jerusalén como la idealización de ese ambiente que va a crear el Mesías, como una ciudad alegre y feliz, porque en ella Dios ha desbordado como un torrente la paz. Me alegro mucho de proclamar esta palabra de Isaías, porque es la lectura que la liturgia también aplica a la misa de Nuestra Señora de la Paz, patrona de todo El Salvador. Y la invoco hoy, a esta querida Madre salvadoreña, porque ella dará a mi palabra y a vuestra inteligencia, la capacidad de captar eso que se encarnó en ella, la Reina de la Paz; porque Dios quiso derrochar sobre ella, sobre su alma, expresión bellísima de la Iglesia acabada en todas sus virtudes, lo que Dios quiere dar a cada corazón, a cada pueblo, a cada familia, como un torrente: La paz.






miércoles, 22 de abril de 2020

Programa 22 de Abril 2020: Homilía del 26 de Junio de 1977


RESPONSABILIDAD DEL REINO DE DIOS


DÉCIMOTERCER DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


26 de Junio de 1977

Reyes 19, 16b.19-21
Gálatas 4, 31b – 5, 1.13-18
Lucas 9, 51-62

... este nombre dulcísimo, que es como la constante de toda la enseñanza evangélica. Porque Cristo quiso constituir esta Iglesia, que fuera recogiendo a los hombres que creyeran en él a través de los siglos, para hacer de todo ese pueblo el protagonista de su obra redentora. Todos ustedes, queridos laicos, religiosos, religiosas, queridos hermanos sacerdotes, todos nosotros somos el pueblo de Dios y sobre nuestras espaldas está descansando la responsabilidad de este Reino de Dios. Nadie tiene que ser espectador. Todos tenemos que estar en la arena luchando por implantar en el mundo este Reino de Dios, cada uno según su vocación.


martes, 21 de abril de 2020

Programa 21 de Abril 2020: Homilía del 22 de Junio de 1977


A LOS MAESTROS

22 de Junio de 1977


...tarea de ustedes, la Iglesia encuentra una simpatía muy grande, porque ustedes enseñan así como Cristo nos enseñó a nosotros el mandato de enseñar. Y veo en ustedes al maestro, no sólo de la capital, veo también al humilde maestro de los humildes pueblecitos que he recorrido también, sintiendo gran simpatía para estos sacerdotes de la escuela: para el maestro de la vida incómoda del cantón, impartiendo también su enseñanza con gran paciencia, pero al mismo tiempo recibiendo una gratitud que tal vez sólo allá en el ambiente rural se recibe con tanto cariño, con tanta sinceridad. Pero ustedes saben de todo esto mayor que yo; son técnicos de la enseñanza, no voy a ser yo maestro de maestros, en el campo que ustedes recorren con tanta competencia y que yo admiro.

Y precisamente para felicitarlos los hemos llamado, pero también para tender una mano amiga. Para decirles, queridos maestros: junto con ustedes, quiero sentir ese rumor profundo que se oye en la patria, en el continente, que es como una señal de los tiempos de nuestro nativo... Es un clamor universal que grita: ¡liberación! por todas partes. Y los obispos, recogiéndolo, en Medellín decían: "La Iglesia no puede ser sorda a ese clamor!. Es una liberación, grita desde la marginación en diversos sentidos. Y pensemos ahora, ustedes lo comprenden mejor, la marginación de la cultura. Cuántos niños sin escuela y ¡Cuántas escuelas sin la enseñanza liberadora que el continente reclama!.

Yo quisiera invitarlos, por esa mano tendida, a que sintiéramos por la Iglesia una simpatía, jamás una sospecha. Una amistad que hace sentir que la escuela es el campo propicio para responder a este continente, a este país, a estos pueblos nuestros con una enseñanza como la proclamaron los padres en Medellín; una educación liberadora, que la entienden así: la proclamación de la dignidad. Que el niño desde pequeño comprenda que no es un juguete, una masa, que sepa distinguir su gran dignidad personal y que sepa conocer esa gran capacidad que Dios ha puesto en su alma para educar -educere- sacar de sí mismo todas las potencias, hacerlo artífice de su propio destino, constructor de su propia vocación, el santo orgullo de ser un hijo de Dios creador, que más que cosas iguales, sino que en cada hombre realizar un poema distinto de la vida, de la dignidad, del derecho, de la libertad, de la justicia.

Enseñar al niño esa riqueza de nuestro modo de ser salvadoreño para incorporarlo a este pluralismo tan rico de latinoamérica. No cortar a todos con la misma medida, sino saber respetar a cada uno sus grandes potencialidades. Hacerlo sentir que es también un sujeto que un día, voz y hombre, tiene que participar en la construcción del bien común de la patria, tiene derecho a esta participación, que no tiene que ser un marginado en ningún sentido. Esta educación no es una subversión, sino simplemente un eco del Creador de los hombres, que ha puesto en las manos del maestro para que le perfeccione su obra maravillosa: hacer hombres dignos de ese nombre ¡Imagen de Dios!

¡Qué cosa es la escuela! donde los niños, hasta los más humildes, ya reflejan esa imagen de Dios. Dichosos los maestros que miran con fe a un niño porque no es un ser para malearlo a nuestro gusto, sino un hijo de Dios que trae la imagen que el mismo Dios está reclamando que se forme a lo que él ha puesto en potencia en ese futuro hombre. Y entonces entenderemos el futuro.

Cuando terminaba el Concilio Vaticano II, al entregar el mensaje a la juventud, los padres del Concilio les decían a los jóvenes de todo el mundo: "Recojan como una herencia preciosa lo mejor de sus padres y de sus maestros". Maestros, lo mejor de ustedes lo están recogiendo esas aulas humildes de las escuelas, de los colegios, del instituto.

Y se puede decirle al maestro lo que el Concilio dijo en el día de las madres: ustedes están llamados a prolongarse en el futuro, que ustedes mismos tal vez no verán, pero que llevado en el corazón de sus discípulos recordarán con cariño al maestro que les enseñó a leer, al maestro que les enseñó las humildes nociones, y que ya él, llevado a una técnica de un futuro que nosotros no conocemos y que se acelera tan rápidamente, allá irá un jirón de la vida del maestro o de la maestra en ese futuro que deseamos mejor. No sólo porque se hace técnicamente más preciso, sino porque se ha sembrado, en el alma del hombre futuro esa dignidad. Para que el futuro no mire el bochornoso espectáculo que a nosotros nos toca ver, de tantos atropellos a la dignidad humana, porque se han olvidado de que el hombre es una imagen de Dios.

Maestros, ustedes también son objeto de esa liberación. Sepan que la Iglesia apoya plenamente sus justas reivindicaciones. Sepan que la Iglesia está apoyando a ustedes en sus justos reclamos, que va con ustedes. Pero vayamos juntos, para procurar para nosotros y para nuestros discípulos, para nuestros alumnos de la escuela, los seguidores de Cristo en nuestras Iglesias, este desarrollo completo; porque al decir que la Iglesia y la escuela promueven al hombre, yo quiero decirles, hermanos maestros, que la Iglesia va muy unida a todos los movimientos de liberación de nuestro continente, pero lleva una originalidad que quisiera transmitir, y que los maestros y maestras que con su bautismo son miembros de esta Iglesia, tienen también el compromiso de desarrollar en los... discípulos que los rodean, no simplemente una promoción temporal, económica, política, sino también ésto grande que Cristo puso en nosotros.

Por eso, cuando en el evangelio de hoy, Cristo frente a ustedes, queridos maestros, les dice una palabra que parece que huía: "No llaméis a nadie maestro en la tierra"; sin embargo es una palabra que exalta "Vuestro Maestro es uno: Jesucristo". Y entonces, quiere decir que el maestro es grande en la medida en que se asimila a este Divino Maestro. Que no solamente conmovió a los maestros en unos seguidores temporales, sino que convertido de maestro en redentor clavado en la cruz, le ofrece a los hombres la redención en sus propias raíces. Porque este Divino Maestro, cuando subió cargando la cruz al Calvario y muere en ella, lleva sobre sus espaldas, según nuestra fe... Isaías, todas nuestras iniquidades, el perdón de todos los pecados. De allá surge nuestra verdadera liberación. Y qué hermoso sería que nuestras escuelas, si juntamente con la Iglesia, enseñáramos al niño o al joven y nosotros mismos estuviéramos bien convencidos de que la verdadera libertad arranca del corazón de cada uno. Que mientras el corazón esté encadenado al pecado, no puede ser un corazón liberador; que solamente puede liberar y colaborar como Cristo, el liberador de todo aquel que lucha por romper de su corazón las esclavitudes ignominiosas de las pasiones. Y en la medida en que un maestro se santifica para parecerse a Cristo, el único libre (porque no lo ata ni un pecado a la tierra) en esa medida el maestro es más querido, más eficaz, más santo y sus enseñanzas se profundizan.

¡Qué... los maestros santos! Yo les he conocido a lo largo de mi sacerdocio y sé que son ellos, los maestros santos, las maestras santas, con esa santidad del día, ese cumplimiento del deber, la enseñanza como lo hacía la primera lectura: "con una sencillez que sean los caminos del bien"; pero son esos sus queridos maestros, y apelo a vuestra propia experiencia los que han dejado una huella más profunda en nuestra vida: los maestros que más se parecieron a Cristo.

Yo quisiera que nosotros esto fueran. Que fueran maestros constructores de la libertad y para todos sus hijos enseñándoles con la palabra y el ejemplo que la verdadera libertad de nuestro país y de nuestro continente tiene que arrancar del corazón del hombre para hacer de ahí los hombres nuevos. Cuando Cristo sale de la tumba es el hombre nuevo, el modelo, el resucitado, el que ya no está encadenado a esta tierra, el que siente la alegría de una vida que brota por todos sus poros y que no morirá nunca. Estos son los constructores de la verdadera libertad.

De nada sirve protestar, denunciar estructuras injustas y querer crear estructuras nuevas, justas, mientras los que han de trabajar esas estructuras, dominarlas, gobernarlas no han renovado su corazón. No tendríamos más que cambio de figuras, pero siempre la misma situación de pecado. No cambiará más que los hombres de gobierno, pero siempre la misma situación de terror, de miedo, de tortura, de prisiones.

Hermanos, esto no es vivir. Ahora mismo le dije al gobierno universitario cuando venía para acá: que trabajemos la libertad verdadera, demos a nuestro país un ambiente de más tranquilidad verdadera, demos a nuestro país de más tranquilidad, procuremos hacer de nuestras escuelas un verdadero ambiente de una sociedad futura como la quiere Dios, donde los hijos de Dios se sientan a gusto, donde todos trabajen no por tener más, sino por ser más. Donde cada uno vaya descubriendo su propia dignidad "hacerla respetar para ti y para los demás".

Esto, queridos maestros, era el sencillo mensaje que en nombre de esta Iglesia, perseguida, y que ustedes han comprendido tan maravillosamente, les quería. Junto con una acción de gracias muy profunda, porque ya muchos de ustedes lo expresaron aquí o lo han expresado en otras partes, están solidarios con esta Iglesia; lo dice esta presencia de ustedes tan animadora. Yo quiero agradecer a las personas e instituciones que organizaron este encuentro, tal vez con deficiencias por falta de tiempo y de experiencia, agradecer lo que han hecho con todo cariño, con toda la buena voluntad.

Y cuando termine la santa misa que estamos ofreciendo por la felicidad de ustedes, por sus familias, y también recordarlos con cariño a nuestros maestros ya difuntos para que el Señor les dé ese cielo, el premio merecido que dice la Biblia: "Los que enseñan a otros la justicia, brillarán en el cielo como estrellas en perpetua eternidad". Nuestros queridos maestros difuntos están presentes también aquí con nosotros, como estrellas que brillan con su ejemplo, con el cariño con que ustedes han trabajado en las escuelas donde nosotros nos formamos. Por todos rogamos: los maestros de El Salvador, los que sufren también persecución, por todos los injustamente tratados, por todos los que se sienten felices y competentes y ricos de esta riqueza de la libertad de Dios. Por todos los que no han encontrado el verdadero secreto de la libertad y que ahora les he insinuado desde la figura de Cristo, el maestro que se hace redentor.

Hermanos, vivamos esta eucaristía. La vamos a ofrecer con mis hermanos sacerdotes que tenemos esta capacidad de convertir el pan y el vino en el cuerpo y la sangre del Señor, para que el sacrificio de la cruz se pudiera hacer presente en todas las circunstancias. Que gusto sentir a Cristo, al sentir que todo su amor con que podía estar junto, ofreciéndose al Padre por los pecados de los hombres y amar a todos aquellos... trabajos, se ofrece en este instante de una manera especial por ustedes, los queridos maestros de San Salvador.

lunes, 20 de abril de 2020

Programa 20 de Abril 2020: Homilía del 19 de Junio de 1977


EL MISTERIO DE CRISTO


DUODÉCIMO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO


19 de Junio de 1977

Zacarías 12, 10-11
Gálatas 3, 26-29
Lucas 9, 18-24

Queridos hermanos:

Después de haber celebrado unas fiestas que eran como la corona de la Pascua, como era la Santísima Trinidad, la fiesta del Corpus y el viernes que acaba de pasar, la fiesta del Corazón de Jesús y ayer el Corazón de María, fiestas que son como flores de Pascua, con que nosotros recogíamos todo el fruto del año litúrgico, comienza ahora otra vez lo que se llama el Tiempo Ordinario. Hay dos ciclos, dos tramos del año que se llaman Tiempo Ordinario. Cuando termina la Epifanía -todo el ciclo de Navidad con la adoración de los Magos- comienza un Tiempo Ordinario que termina al comenzar la Cuaresma. Se interrumpe el Tiempo Ordinario para dar lugar a la celebración de la redención: Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Pentecostés; y al terminar este ciclo pascual, se introduce otra vez la segunda parte del Tiempo Ordinario, que va a continuar aquellos domingos que se interrumpieron para dar lugar a la Cuaresma y que se va a prolongar hasta Adviento, o sea las semanas que ya nos preparan otra vez a la Navidad, para comenzar otra vez el año litúrgico.

Y así tenemos, pues, que cada año es como si la Iglesia montara un curso de intensa espiritualidad. Va desarrollando, a lo largo del año, el misterio de Cristo, en el que hemos de crecer. Este ciclo de 1977 debía significar para nosotros como cuando en la escuela el alumno está haciendo un curso superior, un grado superior. Siempre es el misterio de Cristo, pero como una espiral que va hacia arriba, cada año debía significar más altura en nuestro seguimiento, en nuestro conocimiento de nuestro divino maestro y redentor: Jesucristo.

Por eso es interesante fijarse en el mensaje de cada domingo. Aquellos que dicen que no van a misa, ya están aburridos porque es lo mismo, no han calado la profundidad del año litúrgico. Cada domingo es distinto; y así como el alumno interesado en aprovechar en el curso no pierde una clase porque en cada clase aprende algo nuevo, el buen cristiano también crece cada domingo en la contemplación, en la reflexión del misterio salvador.

Fíjense en las lecturas que han escuchado hoy, y yo creo que podemos sacar de allí un mensaje precioso que lo podíamos presentar en estas tres ideas: La figura central es Cristo nuestro Señor. En el segundo punto diríamos: Su obra liberadora. Y en tercer lugar, su llamamiento a conversión.









domingo, 19 de abril de 2020

Programa 19 de Abril 2020: Homilía del 2 de abril de 1978



EL RESUCITADO VIVE EN SU IGLESIA


SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA


2 de abril de 1978

Hechos 2, 42-47
I Pedro 1, 3-9
Juan 20, 19-31
Queridos hermanos:

Estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre." Se ha cantado hoy solemnemente. Con este fin hemos de venir a Misa y escuchar la palabra de Dios o leerla en nuestras Biblias. No con la curiosidad buscando una inteligencia humana, sino sabiendo que el Evangelio es potencia de Dios, En este momento, pues, no se fijen en la palabra humana sino que, creyendo que Cristo es el Mesías y que El es el que habla a través de su Iglesia, tengamos vida en su nombre. Por eso, es hermoso el pueblo de Dios: una catedral llena como la de esta mañana, y cuando uno piensa en las muchas comunidades que a través de la radio están también reunidas en el nombre del Señor a esta misma hora. ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por la resurrección de Cristo de entre los muertos nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva!









sábado, 18 de abril de 2020

Programa 18 de Abril 2020: Homilía del 5 de Junio de 1977

LA IGLESIA, COMUNIÓN DE LOS HOMBRES CON DIOS


SANTÍSIMA TRINIDAD

5 de Junio de 1977
Proverbios 8, 22-31
Romanos 5, 1-5
Juan 16, 12-15


... pequeñez que se confía en Él. Comencemos por reconocer con sinceridad, todas aquellas cosas que nos apartan de Dios. Que ese sentido de peregrinación, todos los que estamos en esta reflexión, católicos, somos un pueblo peregrino, y a lo largo del año litúrgico la Iglesia va marcando con luces de fe este itinerario. Cada domingo es un paso más en este caminar hacia el encuentro del Señor. Y el misterio de Cristo se va desplegando a lo largo del año, desde las expectativas navideñas, hasta la culminación de la cruz y de la Pascua. Y desde la Pascua sigue la peregrinación llena de alegría, pero de una alegría que brota de una cruz; y por tanto dolor y gozo son la característica de esta Iglesia de la Pascua, de esta Iglesia peregrina.

Terminábamos así, el domingo recién pasado, como una clausura solemne de la Pascua, con Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. Ocho días después, la peregrinación se detiene como para hacer un resumen de todo este recorrido y tenemos ante nuestros ojos el origen y la meta de esta peregrinación. Venimos de Dios y caminamos hacia Dios. Es el domingo de la Santísima Trinidad. Domingo muy importante, porque viene a decirnos la razón de nuestra esperanza, la explicación de esta alegría íntima que lleva el peregrino de la tierra, sabiendo que viene de Dios, que ha nacido del amor y que camina en la esperanza de un Dios inmutable, eterno, que nos espera con sus brazos abiertos. Es hermoso que esta mañana, pues, nos detengamos a contemplar a la luz de las bellísimas lecturas que acaban de escuchar.



viernes, 17 de abril de 2020

Programa 17 de Abril 2020: Homilía del 28 de Mayo de 1977

VOCACIONES AL SACERDOCIO


VIGILIA DE PENTECOSTÉS

28 de Mayo de 1977
Iglesia de María Auxiliadora


Hermanos presbíteros, queridos hermanos todos:

Esta es una escena que palma maravillosamente con la lectura bíblica. Como los apóstoles con María, madre de Jesús, nos preparamos para nuestro Pentecostés. Se siente el hálito virginal de María en este santuario donde María recibe honores tan cariñosos. Pero en esta mañana ella debe sentir un sentimiento muy especial. Yo siento, como creo que cada uno de los aquí presentes, que estamos viviendo una imagen pequeña de la Iglesia universal y sentimos que María nos cobija como Madre de la Iglesia y que desde este cariño y protección, junto con nosotros, implora el Espíritu Santo, que está renovando intensamente nuestra propia Iglesia.





jueves, 16 de abril de 2020

Programa 16 de Abril 2020: Homilía del 22 de Mayo de 1977


LA VIOLENCIA QUE ENLUTA AL PAÍS


DOMINGO DE ASCENSIÓN


22 de Mayo de 1977

Hechos 1, 1-11
Efesios 1, 17-23
Lucas 24, 46-53

MENSAJE DE LOS OBISPOS SALVADOREÑOS
...por eso los obispos, en el "Mensaje al Pueblo Salvadoreño, ante la ola de violencia que enluta el país", comienzan dando este testimonio de unidad, de solidaridad: "Nosotros, los obispos de El Salvador, -comienza diciendo el mensaje profundamente preocupados por la situación actual del país y de la Iglesia, queremos manifestar ante la opinión de todo el pueblo salvadoreño lo que sigue: Nos unimos con el Señor Arzobispo de San Salvador, y con él condenamos la ola de violencia, de odio, de calumnia y de venganza que enluta el país. Compartimos el dolor que embarga su corazón de pastor, ante el cruel asesinato de dos sacerdotes de su presbiterio y de las víctimas inocentes que cayeron con ellos. Hacemos nuestro el sufrimiento de los papás, esposa e hijos del Ingeniero Mauricio Borgonovo Pohl; de los padres del joven Luis Alfredo Torres; de los que lloran la muerte cruel del Licenciado Roberto Poma y de los humildes empleados que compartieron su desgracia; y de tantos padres, madres, esposas e hijos que en esta hora de horror -que nos llena de vergüenza ante el mundo civilizado-lloran impotentes la muerte y desaparición de sus seres queridos. Y una vez más declaramos que ni la violencia, ni el odio, ni la calumnia serán jamás la solución de los problemas que nos agobian".

Yo quiero agradecer aquí en público, esta solidaridad de mis queridos hermanos, los obispos salvadoreños. A la luz de la palabra de Dios, San Pablo nos dice que Cristo subió al cielo dejando en la tierra una Iglesia, sobre los hombres de la jerarquía, con un mensaje de conversión y de perdón de los pecados: por tanto una Iglesia, autorizada para denunciar el pecado, para anunciar el perdón de los pecados. Y la conferencia, compuesta por hombres, porque aunque somos jerarcas de la Iglesia, somos humanos, comenzamos este mensaje el viernes de la semana anterior, y lo concluimos el martes de esta semana, comenzando con una revisión interna de nosotros mismos. Una conversión, porque también los obispos, el Papa, todos los cristianos vivimos esta tensión que Cristo dejó en el mundo: de conversión; y ay del pastor que no vive esta tensión, que se instala en una manera bonita de vivir. Nosotros tenemos que compartir con el pueblo la conversión y si gritamos contra el odio, contra la desunión, contra la calumnia, contra todas esas fuerzas infernales que dividen al mundo, tenemos que comenzar por nosotros mismos. Y tengo la satisfacción de decirles, hermanos, que los obispos hemos reflexionado espiritualmente nuestra necesidad de conversión, para evitar ante el mundo, el escándalo de la desunión y vivir juntos. Y me dá gusto que mis hermanos obispos me pongan juntamente con todos los que sufren, ricos y pobres, y al mismo tiempo se solidaricen con la voz de la Arquidiócesis, para rechazar la violencia, venga de donde venga.

Esta misma semana, hemos denunciado las violencias en Aguilares; también hemos denunciado la violencia al Padre Víctor Guevara, llevado a la Guardia Nacional y tratado indignamente; el Padre Vides, capellán de la Guardia Nacional, enviado por el Arzobispo para recoger el Santísimo Sacramento de la Iglesia de Aguilares, y no se le dejó, ni al mismo Arzobispo se le permitió ir a cumplir este deber de traer el Santísimo para evitar su profanación. Por último se le dejó al Padre Vides y espero que anoche haya venido con el Santísimo. Y así, hermanos, por todos los que sufren la tortura, la vejación la Iglesia no puede callar, porque es la voz de Cristo que desde su ascensión, manifestando la dignidad humana en su cielo glorioso, nos dice cómo ama a la humanidad y cómo reprocha él que existan todavía en el mundo estas lagunas de conculcaciones de la dignidad del hombre. Y me da gusto pensar en esta hora de episcopado, lo decía la Voz de América, muchos de ustedes lo habrán oído esta mañana que tres obispos van a ser condecorados por la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos, y que el Presidente Carter va a pronunciar el discurso de estilo en defensa de los Derechos Humanos para poner esa condecoración en el pecho de tres obispos que han sido defensores de estos derechos de la humanidad. Me da mucho gusto, pues, saber que nuestros obispos de El Salvador nos colocamos en esta línea.

Luego viene el mensaje a darnos una orientación doctrinal que yo les suplico, hermanos, si no la tienen en Orientación, en estos días vamos a editar más ejemplares y suplico a las organizaciones católicas que multiplique este mensaje, porque sí en segunda parte hay una orientación muy útil, para que sepan distinguir entre el mensaje de la Iglesia y el comunismo, y cómo la Iglesia, así como rechaza el comunismo, rechaza también el capitalismo. Oigan esta hermosa declaración doctrinal: "La Iglesia cree en Dios Creador, en Jesucristo Redentor y en el Espíritu Santo Santificador. La Iglesia cree que el mundo está llamado a ser sometido a Jesucristo por una paulatina instauración del reino de Dios, cree la Iglesia en la comunión de los santos y en el amor que une a los hombres, cree la Iglesia en el hombre, llamado a ser hijo de Dios y cree en el reino de Dios como progresivo cambio del mundo de pecado en mundo de amor y de justicia, que comienza ya en este mundo y tiene su cumplimiento en la eternidad". Una bella profesión de fe. No lo olvidemos; y hoy, en vez de nuestro credo, vamos a pronunciar esta proclamación del episcopado salvadoreño de la fe de la Iglesia en Dios y en la eternidad; y desde la luz de esa fe, diríamos, desde Cristo, que sube a los cielos, desde un hombre que al mismo tiempo es Dios y se sienta a la derecha de Dios; desde allí juzgamos las realidades de la tierra. Y por eso la Iglesia no puede ser ni comunista, ni capitalista porque los dos son materialismos.



miércoles, 15 de abril de 2020

Programa 15 de Abril 2020: Homilía del 15 de Mayo de 1977



LA IGLESIA ES CRISTO EN NUESTRA HISTORIA


SEXTO DOMINGO DE PASCUA


15 de Mayo de 1977

Hechos 15, 1-29
Apocalipsis 21, 10-23
Juan 14, 23-29

Queridos Hermanos:

Se siente como una llovizna suave, como la dulzura de algo que baja de Dios directamente, al escuchar estas lecturas en este momento del año litúrgico que coincide con nuestro año civil tan cargado de tempestad.









martes, 14 de abril de 2020

Programa 14 de Abril 2020: Homilía del 12 de Mayo de 1977




FUNERAL DEL P. ALFONSO NAVARRO OVIEDO

12 de Mayo de 1977

Queridos Hermanos sacerdotes y fieles, estimados radiooyentes:

Cuentan que una caravana, guiada por un beduino del desierto, desesperada y sedienta, y buscaba agua en los espejismos del desierto; y el guía les decía: "No por allí, por acá". Y así varias veces, hasta que, hastiada, aquella caravana, sacó una pistola y disparó sobre el guía, agonizante ya, todavía tendía la mano para decir: "No por allá sino por aquí". Y así murió, señalando el camino.

La leyenda se hace realidad: un sacerdote, acribillado por las balas, que muere perdonando, que muere rezando, dice a todos los que a esta hora nos reunimos para su sepelio, su mensaje que nosotros queremos recoger. Y es hermoso este cuadro, diríamos, de apocalipsis. Doscientos sacerdotes, por lo menos, están aquí de todas las diócesis de El Salvador, acompañando fraternalmente el dolor de la Arquidiócesis y, sobre todo, recogiendo este gran mensaje de Alfonso Navarro, sacerdote ya difunto, pero siempre predicando, porque la voz del sacerdote no muere. Y una parroquia aquí también reunida bajo la bóveda de la significativa Parroquia de la Resurrección, donde todo canta vida, alegría, esperanza, y donde feligreses, comunidades de otras partes, han venido también a recoger y se sienten como arropados, como en un hálito de alegría, de esperanza, de aleluya. Sobre un calvario de sangre una resurrección de esperanza.

lunes, 13 de abril de 2020

Programa 13 de Abril 2020: Homilía del 17 de abril de 1977


LA IGLESIA DE LA PASCUA


SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

Parroquia de la Resurrección,
Colonia Miramonte
17 de Abril de 1977
Hechos 5, 12-16
Apocalipsis 1, 9-11a
Juan 20, 19-31


Queridos hermanos sacerdotes, fieles:

En esta fiesta patronal de la parroquia de La Resurrección, quiero tener el gusto, atendiendo una amable invitación del Padre Navarro, de hacer de este Ambón parroquial, la cátedra del obispo, la cátedra de la diócesis. En este momento sentimos, pues, que en esta Iglesia es la Catedral de la Arquidiócesis; y en esta fiesta de la Pascua que se clausura, quiero entregar a la diócesis, por medio de esta parroquia, mi primera carta pastoral, que precisamente habla de la Iglesia de la Pascua. No les voy a cansar con la lectura, quisiera más bien invitarles a que cada uno la estudiara. Al final, yo les recomiendo a todos los que trabajan en nuestra pastoral, que dediquemos toda esta temporada de pascua, que va desde la resurrección hasta Pentecostés, cincuenta días, la fiesta más grande de la liturgia, porque celebra el centro de la vida de la Iglesia: Cristo muerto y resucitado.


domingo, 12 de abril de 2020

Programa 12 de Abril 2020: Homilía del 26 de marzo de 1978



¡CRISTO HA RESUCITADO!, ¡CRISTO VIVE!

DOMINGO DE RESURRECCIÓN
26 de marzo de 1978
Hechos 10, 34a. 37-43
Colosenses 3, 1-4
Juan 20, 1-9
 
Hermanos:

¡Quién me diera tener no sólo una lengua para pronunciar palabras sino un secreto eficaz de la, gracia para llegar a cada corazón que me está escuchando y decirle, desde la profundidad de nuestra fe, de nuestra esperanza, de nuestra alegría cristiana: ¡Felices Pascuas! Sí, este es el saludo cristiano desde anoche.

sábado, 11 de abril de 2020

Programa 11 de Abril 2020: Homilía del 25 de marzo de 1978


EL MISTERIO PASCUAL SE HACE NUESTRO POR EL BAUTISMO

VIGILIA PASCUAL
SÁBADO SANTO

25 de marzo de 1978
Génesis 1, 1-3 1; 2, 1-2
Génesis 22, 1-18
Exodo 14, 15-31. 15, 1
Isaías 54, 5-14
Isaías 55, 1-11
Baruc 3, 9-15. 4, 1-32
Ezequiel 36,16-28
Romanos 6, 3-11
Mateo 28, 1-10


Queridos hermanos:

La palabra de Dios que se ha remontado hasta los orígenes del mundo en la primera lectura del Génesis y que ha recorrido algunos capítulos de la historia de la salvación, acaba de culminar con el hecho que estamos conmemorando esta noche, la resurrección del Señor. Pero no terminó hace veinte siglos sino que el último capítulo lo estamos escribiendo aquí, nosotros. Por eso, mi pobre palabra, incorporándose a las lecturas de la palabra de Dios, es para decirles a ustedes y reflexionarlo yo mismo, cómo nos ama el Señor. De aquel origen del hombre: "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" y que el hombre no supo mantener en su dignidad sino que ofendiendo a Dios, por el pecado desfiguró esa imagen de Dios, su Hijo divino vino a repararla y ya está consumada la obra de la reparación.

Esta noche clausuramos el solemne Triduo Pascual.Tres días, los más grandes del año, que nos han servido para considerar los tres aspectos de nuestra redención! el sufrimiento, la pasión del Redentor el Viernes Santo; el silencio de la tumba donde yacía yerto el cadáver de Cristo, la esperanza del sepulcro; y esta noche, el triunfo de la resurrección. Esas tres cosas: la pasión dolorosa, el sepulcro y la resurrección, son lo que constituye el misterio Pascual.

El misterio Pascual o sea: la muerte, la pasión, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, son para nosotros un hecho que hacemos nuestro. De nada serviría todo este episodio de la vida de Cristo, definitivo para la historia, si cada uno de nosotros no lo hiciera suyo. Y este es el significado de esta noche: que aquella pasión dolorosa, aquella expectativa del sepulcro y aquel triunfo que estamos conmemorando esta noche, se hace nuestro, todo eso por el bautismo.

A continuación vamos a celebrar la renovación de nuestro bautismo, porque esos tres aspectos del misterio de la Pascua que nos redimieron, nos han marcado nuestra vida desde el día en que nuestros padres nos llevaron a la pila bautismal como se llevaba antiguamente en esta noche del Sábado Santo a los catecúmenos para ser bautizados, para ser confirmados. Y San Pablo nos acaba de explicar qué significa ese bautismo del cristiano: ser sepultado con Cristo y resucitar con Cristo. Hermanos, cuando pensamos en el hombre moderno vemos cómo congenian estos tres aspectos de la Pascua de Cristo a la vida del hombre de hoy.

viernes, 10 de abril de 2020

Programa 10 de Abril 2020: Homilía del 24 de marzo de 1978



LA HUMILLACIÓN-EXALTACIÓN DEL HIJO DE DIOS, REDENTOR DE LOS HOMBRES

OFICIOS DEL VIERNES SANTO

24 de marzo de 1978
Isaías 52, 13-53, 12
Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9
Juan 18, 1-19. 42


Queridos hermanos:

Después de escuchar la palabra de Dios en esta tarde del Viernes Santo, narrándonos la tragedia del Calvario, mejor sería guardar silencio y con el corazón agradecido adorar al Divino Redentor. Pero es necesario, es obligación del celebrante, aplicar esta palabra eterna a los que estamos viviendo esta ceremonia. Y es que la liturgia no es simplemente un recuerdo, la liturgia es actualización; aquí en la Catedral esta tarde de marzo de 1978, Cristo nos está ofreciendo la fuente inagotable de su redención a los que hemos venido con fe, con esperanza, a contemplar este misterio de la redención.

Es como si en este momento lo que se acaba de leer estuviera pasando aquí ante nuestros ojos y fuéramos nosotros los que nos estamos salpicando con esa sangre que se derrama en el Calvario. Las tres preciosas lecturas nos dan la medida sin medida de este gesto de amor que se llama la redención.

La primera lectura nos presenta el abatimiento de Cristo hasta la profundidad de una humillación que no tiene nombre. La segunda lectura, carta a los Hebreos exalta ese personaje humillado en la cruz hasta las alturas del cielo hecho pontífice supremo de nuestra salvación. Y el precioso relato de la pasión que los jóvenes seminaristas acaban de hacer, nos dice cómo sucedió todo esto: la humillación y la exhaltación.

La ceremonia del Viernes Santo, que substancialmente dentro de unos minutos consistirá en la adoración de la cruz, no es una ceremonia triste, es una ceremonia que canta el triunfo de la cruz, es un canto triunfal a la bandera más gloriosa que se ha extendido en la historia: la santa Cruz. La Cruz significa la humillación de Cristo pero también significa la exaltación del Hijo de Dios redentor de los hombres. Por eso, si se han fijado, con esa finura que la fe tiene, al escuchar el relato de la pasión escrito por aquella pluma mística de San Juan el evangelista, se descubre que todo parece un canto de triunfo hasta en las horas más humillantes que allí relata. Juan tiene una perspectiva de cielo, de triunfo y la proyecta sobre esa sangre y sobre ese dolor que él va narrando pero con una visión celestial: el cordero silencioso que se humilla es el Hijo de Dios que será, y ya está desde esta misma tarde, exhaltado.

jueves, 9 de abril de 2020

Programa 9 de Abril 2020: Homilía del 23 de marzo de 1978





LA CENA PASCUAL


CENA DEL SEÑOR


23 de marzo de 1978

Exodo 12, 1-8. 11-14
1 Corintios 11, 23-26
Juan 13, 1-15

Queridos hermanos:
Con esta ceremonia en honor de la institución de la Eucaristía se inicia lo que litúrgicamente se llama el Solemne Triduo Pascual. Tres días para celebrar el acontecimiento religioso cristiano más grande de la historia y naturalmente, del año litúrgico. San Agustín llamaba a este triduo: la fiesta de la Pasión, la muerte y la resurrección del Señor. Esta noche, pues, es como una síntesis, como un resumen de toda la Pascua que estamos celebrando. Para comprenderlo, las lecturas de hoy nos han colocado en una historia vieja de Israel que desemboca en Cristo Nuestro Señor y que El, Cristo, la encarga a su Iglesia para que la lleve hasta la consumación de los siglos.
He aquí tres pensamientos de esta noche santísima del jueves Santo: una historia de Israel.
Un Cristo que la encarna
Y una prolongación eucarística hasta la consumación de los siglos.

miércoles, 8 de abril de 2020

Programa 8 de Abril 2020: Homilía del 20 de marzo de 1977


LA MISA ÚNICA

Josué 5, 9.10-12 2 Corintios 5, 17-21 Lucas 15, 1-3, 11-32

Queridos hermanos: Sean bienvenidos a la casa solariega de la diócesis. El más humilde de toda la familia escogido por Dios para ser el signo de la unidad, este obispo, les agradece cordialmente de estar dando con él, al mundo que espera la palabra de la Iglesia; la palabra de la Iglesia, que no sólo sale de los labios, sino que se proclama por toda esta significativa presencia en la única misa de este día. Queremos con esto darle todo el valor que tiene la misa de todas nuestras parroquias, de todas nuestras capellanías, el valor que tiene la misa cuando una familia doliente la pide para su deudo, que va ser enterrado o para darle gracias a Dios por el cumplimiento de 15 años de una jovencita o para bendecir el matrimonio de dos que se aman hasta la muerte. La misa está recuperando en este momento todo su valor; porque quizá, por multiplicarla tanto, la estamos considerando simplemente, muchas veces, como un adorno y no con la grandeza que en este momento está recobrando. Yo creo que desde aquí los que están participando en esta misa única, sentirán que es la misa. El hecho es, hermanos, y sean bienvenidos, también, aquellos que no tienen la fe en la misa y están aquí. Sabemos de muchas personas que están aquí sin creer en la misa pero que buscan algo que la Iglesia está ofreciendo; y la Iglesia se alegra de poder ofrecer ese algo que la humanidad busca sin saber que lo tiene tan cerca, en cada misa que se celebra. En cada misa que se celebra hay un doble banquete: El banquete de la Palabra que evangeliza y el banquete de la Eucaristía, Pan de Vida que alimenta al hombre. No es otra cosa lo que estamos haciendo ahora en esta Iglesia peregrina, vestida de morado, de penitencia, hacia la Pascua, hacia el Cristo que resucita porque ha muerto por nosotros. La misa es Cristo. Lo que buscan aquellos que no creen en la misa, oíganlo de una vez, lo que han encontrado hoy es a Cristo.