LA IGLESIA, COMUNIÓN DE LOS HOMBRES CON DIOS
SANTÍSIMA TRINIDAD
5 de Junio de 1977Proverbios 8, 22-31
Romanos 5, 1-5
Juan 16, 12-15
... pequeñez que se confía en Él. Comencemos por reconocer con sinceridad, todas aquellas cosas que nos apartan de Dios. Que ese sentido de peregrinación, todos los que estamos en esta reflexión, católicos, somos un pueblo peregrino, y a lo largo del año litúrgico la Iglesia va marcando con luces de fe este itinerario. Cada domingo es un paso más en este caminar hacia el encuentro del Señor. Y el misterio de Cristo se va desplegando a lo largo del año, desde las expectativas navideñas, hasta la culminación de la cruz y de la Pascua. Y desde la Pascua sigue la peregrinación llena de alegría, pero de una alegría que brota de una cruz; y por tanto dolor y gozo son la característica de esta Iglesia de la Pascua, de esta Iglesia peregrina.
Terminábamos así, el domingo recién pasado, como una clausura solemne de la Pascua, con Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. Ocho días después, la peregrinación se detiene como para hacer un resumen de todo este recorrido y tenemos ante nuestros ojos el origen y la meta de esta peregrinación. Venimos de Dios y caminamos hacia Dios. Es el domingo de la Santísima Trinidad. Domingo muy importante, porque viene a decirnos la razón de nuestra esperanza, la explicación de esta alegría íntima que lleva el peregrino de la tierra, sabiendo que viene de Dios, que ha nacido del amor y que camina en la esperanza de un Dios inmutable, eterno, que nos espera con sus brazos abiertos. Es hermoso que esta mañana, pues, nos detengamos a contemplar a la luz de las bellísimas lecturas que acaban de escuchar.
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