SENTIR CON LA IGLESIA
DECIMOCTAVO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
31 de Julio de 1977
Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23Colosenses 3, 1-5. 9-11
Lucas 12, 13-21
Muy Queridos radio-oyentes:
Este domingo que, según el lenguaje litúrgico, se llama domingo 18º del Tiempo Ordinario, no he tenido la dicha de celebrar con ustedes la eucaristía, porque, como ya les avisé, he tenido que partir a Costa Rica para celebrar allá una reunión de carácter episcopal con representaciones de los episcopados de Centro América, México y el Caribe. Pero, gracias a la técnica, puedo dejar mi voz grabada en una cinta magnetofónica, para estar con ustedes siquiera en estos momentos de reflexión sobre la Palabra de Dios que se lee precisamente este domingo.
Voy a ofrecerles pues, en primer lugar, las lecturas que hoy ofrece la Iglesia a nuestra consideración, y después, haremos juntos nuestra reflexión como una comunidad, como una diócesis que se alimenta de la Palabra de Dios.
La primera lectura está tomada del Libro de Eclesiastés, en el capítulo primero:
"Vaciedad sin sentido dice el predicador. Vaciedad sin sentido, todo es vaciedad. Hay quien trabaja con destreza, con habilidad y acierto, y tiene que legarle su porción al que no la ha trabajado. También esto es vaciedad y gran desgracia. ¿Qué saca el hombre de todo su trabajo y de los afanes con que trabaja bajo el sol? De día, dolores, penas y fatigas; de noche no descansa el corazón. También esto es vaciedad.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
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