IGLESIA DE LA ARQUIDIÓCESIS
DECIMOSÉPTIMO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
24 de Julio de 1977
Génesis 18, 20-32Colosenses 2, 12-14
Lucas 11, 1-13
Esta misa, transmitida por radio, desde la Catedral y celebrada por aquél servidor del pueblo de Dios que tiene el encargo de ser el signo de la unidad en toda la Arquidiócesis, siempre me parece que resulta como una reunión de familia. Yo quisiera que así nos sintiéramos en este momento de reflexión: una familia, que no tiene prisa que un fin de semana llega al hogar para ver cómo andan las cosas de familia, para ayudar, para colaborar. Comprendo que al mismo tiempo que se reúne la familia, si esta familia es muy importante tiene muchos enemigos, que la observan para criticarla, o quién sabe, lo que más le pido al Señor, para convertirse. Qué diéramos porque todos esos observadores que desde su radio nos están escuchando, no nos oyeran con el afán de los fariseos, para ver en qué lo cogemos, sino con el cariño de la familia, para ayudarlo, para el engrandecimiento de ese Reino de Dios, que nada malo puede traer a la patria. Al contrario, cuanto más cristiano es un hombre, es mejor ciudadano. Entonces, en este ambiente de familia, hermanos, yo quiero que compartamos las alegrías, las esperanzas, también las angustias y problemas que deben ser comunes a todos. Cada uno tiene sus propios problemas; y dichoso el hombre que tiene problemas, porque aquel que dice que no tiene problemas es tan pobre que no se da cuenta ni siquiera que vive, porque todo el que vive tiene problemas.
Pero respecto a esos problemas íntimos de cada familia, los que ustedes y yo hemos traído como cosas personales para encomendárseles al Señor, en general las encomendamos; son nuestras, nada humano es ajeno a su corazón, dice el Concilio, hablando de la Iglesia. La Iglesia es tan humana que siente como suyos esos problemas, del dolor de estómago de su niño en la casa, de la deuda que no puede pagar, del empleo que no puede conseguir, todo eso nos toca de lleno; lo sensible, la angustia de los que sufren injustamente son problemas.
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